Qué es el niño interior, por qué es tan importante para conectar con nuestra creatividad, y algunos consejos prácticos para que visites al tuyo
No es solamente la rutina, o que necesitemos vacaciones. A veces, el cansancio, la falta de motivación y el aburrimiento que sentimos tienen que ver con la desconexión de nuestro yo más esencial, aquél que teníamos muy presente cuando éramos niños.
Ese niño, que siempre tenía ideas, sentía curiosidad por todo, quería aprender lo que fuera y experimentaba con lo que tuviera a su alcance, no es simplemente una versión nuestra en una etapa de la vida, y listo. Simbólicamente, el niño que fuimos vive aún dentro de nosotros, y representa las ganas de jugar, divertirse y aprender, esenciales para sentirnos motivados y energizados en el día a día.
Pero, ¿de qué se trata esto de tener un niño viviendo dentro nuestro?
Los tres estados esenciales del yo: El padre, el niño, el adulto
Según el análisis transaccional, dentro nuestro conviven tres estados esenciales del yo: el niño, el padre y el adulto, cada uno asociado a formas específicas de sentir, pensar y actuar.
- Como veníamos viendo, el niño representa nuestros impulsos más básicos, que aprendemos en la infancia. En él predominan las emociones sobre los pensamientos, es el estado que domina el mundo de lo irracional, y es el más espontáneo.
- El padre, por su parte, se asocia a todo lo que aprendimos de nuestros cuidadores primarios durante nuestra infancia. Normas, valores, actitudes frente al poder, creencias e ideologías son del ámbito de nuestro padre interiorizado.
- Finalmente, el adulto es consecuencia de las reflexiones a las que hemos llegado de forma autónoma, como consecuencia de nuestras experiencias y conocimientos. Se trata de la dimensión de nuestra personalidad que regula y modera al niño y al adulto.
De esta forma, por más que hoy seamos adultos, en cada uno de nosotros vive ese niño que alguna vez fuimos, y también ese padre que incorporamos, junto al adulto.
El proceso de individuación de Jung
Cuando aprendí sobre este análisis de la personalidad, no pude evitar relacionarlo a otro aprendizaje que incorporé fruto de mi propia búsqueda de sentido, en un seminario del Centro Transpersonal de Buenos Aires: se trata del proceso de individuación de Carl Gustav Jung.
De manera simplificada, en la primera etapa de este proceso, la que transitamos hasta la madurez (30 años aproximadamente), incorporamos normas, valores y conocimientos externos, que nos permiten integrarnos a la sociedad como adultos autónomos.
Este proceso de integración es necesario para poder encontrar nuestro propio lugar dentro de la sociedad. Sin embargo, a veces en este recorrido perdemos de rastro nuestra esencia, nuestra individualidad, quienes realmente somos. Y el trabajo del resto de nuestras vidas será recuperar eso, volver a sentir el entusiasmo y la satisfacción de ser genuinos con nosotros mismos, sentirnos cómodos en nuestros zapatos y poder compartirnos con el mundo desde un lugar de autenticidad.
Cuando el padre toma el timón
En ese recorrido hacia la madurez, algunos de nosotros transitamos exigencias y autoexigencias, observamos lo que se espera de nosotros a nuestro alrededor y cedemos, vamos dejando de lado aquello que nos hacía disfrutar sin más objetivo que el disfrute mismo. Esto suele suceder por “falta de tiempo”, por poner foco en el estudio, en el trabajo, en las responsabilidades, en todo lo relacionado al deber ser.
En nuestra sociedad, esto es incluso más común en las mujeres, que solemos ser educadas para complacer, obedecer y estar atentas a las necesidades y demandas de nuestro entorno, a veces más incluso que a las propias.
La consecuencia de esto la conozco muy de cerca: se trata de una sensación de cansancio, de fatiga, de falta de energía, de aburrimiento y sinsentido… ¿te resuena? En ese caso, lo más probable es que tu padre interior esté tomando más lugar del que debería y con sus obligaciones y exigencias, probablemente no le esté dando lugar al niño a expresarse.
Si te sientes identificado con esto, tal vez sea momento de que el adulto que hay en vos invite al niño a expresarse, a jugar. Tal vez es hora de que le prestes el tiempo y atención que merece, porque es fundamental para sentir plenitud: la conexión con tu niño interno es la llave que te puede abrir las puertas al disfrute.
Entrar en contacto con la creatividad para recuperar al niño interno
Por todo esto, para mí es tan importante trabajar con la creatividad cuando iniciamos un proceso de coaching. Sin este ingrediente en la receta, es muy difícil que transitemos un proceso que nos dé satisfacción y energía, en vez de sentirlo como una obligación más.
Invitar al niño a jugar durante el proceso nos asegura una experiencia auténtica y plena, además de aportarnos la motivación que necesitamos para perseverar en nuestro objetivo, más allá de las dudas o los obstáculos que podamos encontrar en el camino.
Si te sientes identificado con lo que comparto, o simplemente te da curiosidad explorar más este aspecto que hay en ti, te comparto algunos recursos que a mí me funcionan:
Hacer lo que te gustaba de niño
Este proceso es sencillo:
- Haz algunas respiraciones para entrar en un estado de relajación. Puedes ponerte música, prender alguna vela, lo que más te guste para relajarte y sentirte bien.
- Una vez que estés ahí, haz una lista con 50 cosas que te gustaban hacer de niño. ¡Sí, 50! Parecen muchas, pero te aseguro que, si insistes y escribes sin pensarlo demasiado, vas a recordar detalles de lo que disfrutabas mucho hacer de pequeño, que seguramente no tengas al alcance de la memoria.
¡Es divertido y es revelador! Una vez que lo tengas, te aconsejo resaltar con un marcador las tres que más te convoquen hoy, y haz un hueco en tu agenda para hacerlas.
Sal a pasear con tu niño interior
Relacionado a lo anterior, agenda un día en tu semana para sacar a pasear a tu niño. Tiene que ser una actividad que disfrutes compartir con él. Esto lo aprendí del libro de Julia Cameron, El camino del artista (ella lo llama “citas con el artista”), y me parece un muy buen plan. Ve al cine con vos mismo, toma un helado, llévate a un parque, al teatro, haz una clase de baile, ¡haz un viaje!, lo que sea que sepas que tu niño estaría encantado de hacer con vos. Hazle saber que disfrutas de su presencia en tu vida.
Esta práctica, como la anterior, busca reconectar con el deseo y el entusiasmo que sentías de niño de una forma muy experiencial: liberar esta energía es un acto muy poderoso.
Invítalo a coescribir tu diario
¿Eres de escribir reflexiones en un diario íntimo, o “journaling”? Entonces, seguro que esto te va a encantar y a sorprender: te invito a que, en tu próxima entrada, inicies un diálogo con tu niño interior.
La mecánica es así: tienes que escribir lo que quieras decirle a tu niño con tu mano dominante y, con la otra, permitir que tu niño te responda. Déjate llevar por el diálogo, sin pensarlo demasiado, y déjate sorprender por lo que tu niño tenga para decirte, ¡y tu adulto para preguntarle! Conversa con él como conversarías con un viejo amigo.
Si lo prefieres, aquí también puedes hacer algunas respiraciones previas para entrar en un estado de relajación, y profundizar la conexión con tu interioridad antes de iniciar el ejercicio.
Esta técnica la aprendí en el libro Sanación Emocional del Niño Interior, de Margarita Blanco. Es muy emocionante ver cómo la letra de tu niño va impregnando las páginas. En mi caso, decidí que mi niña escriba con un lápiz y mi adulta con una lapicera, para hacer más evidente el contraste (al final, los niños escriben primero con lápiz, ¿no?).
Meditaciones con el niño interior
Tal vez una forma más simple de entrar en contacto con tu niño interior, sobre todo al comienzo, es a través de las meditaciones guiadas. La versión paga de la app Medita tiene una meditación guiada para entrar en contacto con el niño interno que es preciosa. También te recomiendo esta meditación gratuita de Pablo Flores Laymuns, muy sensible, como todo lo que él hace.
Una vez que hayas terminado, te invito a que registres lo siguiente en un cuaderno. Si puedes hacerlo en un cuaderno, mejor:
- ¿Qué sentí mientras meditaba? Registra principalmente las emociones y sensaciones corporales.
- ¿Qué necesita mi niño interior de mí? Tenlo en cuenta y comprométete a incorporarlo a tu rutina. Haz lo necesario para que puedas mantener tu promesa.
Focusing: la conexión más directa que experimenté con mi niña
Focusing es una técnica de acompañamiento centrada en la sensación corporal presente, la “sensación sentida”. Nos lleva a un estado de relajación muy posibilitador de la autoexploración.
Focusing es para mí el camino principal con el que logro entrar en contacto con mi niña interior. La práctica me llevó a tener experiencias tan vívidas con ella, que me guían y me ayudan de manera muy concreta en mi proceso de autodescubrimiento.
Para hacer focusing, te recomiendo que te pongas en contacto con un facilitador. Si te interesa explorarlo por tu cuenta, te recomiendo el libro que publicó Fernanda Acuña, Focusing. Un proceso hacia la integridad. Con ella hice mi formación en Focusing, y es súper recomendable.
Como ya habrás notado, la intención de todos estos ejercicios es que vuelvas a conectar con tu niño interior, que no es más ni menos que ese aspecto tuyo divertido, imaginativo, creativo y auténtico, que nunca dejó de formar parte tuya.
Yo practico estos ejercicios de manera cotidiana, y los disfruto un montón. Te invito a que tú, también, te animes a sacar a jugar a tu niño interior durante los próximos días, y a que me compartas tu experiencia, si lo deseas. De la mano de tu adulto responsable, tu niño interno te permitirá lograr cambios que pueden llevarte a vivir una vida más plena, más alegre y más auténtica con quien realmente eres.
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